Ver a Eduardo Gurbindo en la selección española es un auténtico placer para los aficionados al balonmano navarro y una buena lección para los jugadores jóvenes de Navarra y de otras comunidades con grandes equipos.
Gurbindo saltó muy pronto al primer equipo del San Antonio. Tenía 16 años y las oportunidades rodeado de Balic, Richardson y cía eran pocas, pero tiene que ser un lujo entrenarse con esos monstruos a su edad. Además, es un primer paso de parendizaje de lujo. Aprender de Richardson no es lo mismo que de cualquier otro...
Pero el navarro tuvo claro que su futuro para crecer no estaba en Pamplona ni en el San Antonio. Buena decisión del jugador, mala del club.
Hace un año, cuando el San Antonio le podía renovar, Chechu nos desveló que Eduardo no tenía nivel para jugar a ese nivel, que Torrevieja no era aquel Portland. Hoy se puede constatar que fue un error.
Por varias razones. Una porque Eduardo sí lo tiene para Valladolid (y los de Pucela tienen más nivel ahora que San Antonio, dos porque incluso está en la selección jugando un europeo y tres porque el jugador que ocupa su puesto ha venido a Pamplona lesionado y está casi inédito.
Acertó Gurbindo y falló San Antonio.
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